Es el debate de moda en la educación primaria y secundaria estadounidense: ¿son útiles los Common Core Standards, o son nada más que una propuesta condenada a fracasar y a arrastrar consigo a millones de estudiantes? Bajo este nombre se oculta la que pretende ser la última revolución en el sistema educativo norteamericano en lo referente a las matemáticas y la lengua y literatura, un sistema aprobado en 2009 y en plena implementación que se basa en la unificación del sistema educativo en todos los Estados americanos y que
tiene en la adaptación del estudiante al mercado laboral contemporáneo uno de sus principales objetivos. En la declaración de intenciones, los responsables afirman que el propósito es proporcionar “unos estándares diseñados para ser relevantes en el mundo real, reflejando los conocimientos y habilidades que nuestros alumnos necesitan para tener éxito en la Universidad y en sus carreras”.
Se trata de un modelo semejante al que actualmente se utiliza en Europa (como ocurre en nuestro país gracias a leyes como la LOE redactada por el Gobierno de
Rodríguez Zapatero), y que sin embargo se está encontrando con
una resistencia mucho mayor por parte de padres y profesores. Muchos de ellas señalan que aunque la propuesta suene bien sobre el papel (como suele ocurrir con otras propuestas educativas), llevarla a la práctica puede ser complicado. Las críticas planteadas por los detractores son básicamente tres: perjudicará a los estudiantes, será caro de implementar y será imposible realizar reformas educativas a nivel nacional en un territorio tan grande como es el americano. Otras dificultades que se han señalado es que los profesores no han gozado de la preparación necesaria para llevar a cabo este tipo de estrategias educativas.
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